Sonic Beast son cuatro viejos amigos que no se han juntado para contarse batallitas. Y mira que podrían, ya que los cuatro son corredores de fondo de la escena underground patria. Pero no. Si algo no querían Alfred (Illinoise) (bajo), Chris (Bad Mongos) (guitarra, voz), Roger (No More Lies) (batería) y Xavi (Bullitt) (guitarra, voz) era montar una banda para cantar a tiempos pretéritos que fueron mejores, siguiendo patrones de antaño. Nada de confeccionar un disco a base de retales de sus anteriores grupos.

Conseguir un sonido propio les ha llevado unos largos meses y cuatro conciertos contados. Con su debut bajo el brazo, los cuatro se miran en el espejo y no ven su reflejo, sino el de Sonic Beast, un grupo de sonido orgánico, de guitarras dinámicas y atmosféricas, de las que le gustarían a Bob Mould, de melodías pegadizas y con una base rítmica apabullante. Lo que oímos en su primer trabajo no es ni un bajo indie, ni una guitarra punkarra y otra más melódica y tampoco una batería hardcoreta. Escuchamos un sólido muro de sonido, construído sobre una contundente base rítmica y oxigenado por un rico diálogo de guitarras, mientras las voces cantan con fuerza y pasión a las tribulaciones diarias , al amor y al desamor, a las frustaciones y a preferir vivir al margen.

En las onze canciones que componen el disco encontramos comienzos explosivos donde los cuatro empiezan de golpe (Can’t Take It), bombas de relojería (Hazed and confused), bajos gordos y una batería implacable (Don’t Leave Me), guitarras obsesivas (I Got Nails), desafiantes (Not Gonna Crawl) y nocturnas y peligrosas (Sharp Blade). También hay estallidos melódicos como los de It’s A Trap, las infecciosas progresiones de Sonic Beast y Play y la vertiginosa Up To Not Good. Completa el disco la adictiva Carrousel, un hit inmediato que no es el único de Sonic Beast. Los power brothers Santi Garcia y Victor de Ultramarinos se han encargado de la gravación, la mezcla y el mástering. Han conseguido un sonido hipnótico y redondo, una producción espectacular.

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