Hasta pronto, Santa Rita
Podría haber elegido alguna de las muchas buenas noticias que están pasando en este #Aloud2016, pero en el fondo soy de los que necesita hablar de lo malo.
Recuerdo la primera vez que vi a Santa Rita, en Vilassar. No me gustaron. Fue un día con un sonido infame, de esos que con el tiempo he aprendido a no valorar. Luego llegaron otros muchos conciertos, especialmente el que sirvió para despedir a Euge en el Sidecar y el de la carpa Smint en el Primavera Sound, ya con Martha. Por entonces, trabajaba codo con codo con Natalia e intenté no hacerle ver de manera evidente que su grupo me gustaba. Para Aloud.
Por eso pedí ser el primero en escuchar el disco y le dediqué un día entero para ver si cumplía con lo único que me importa a la hora de fichar a una banda, que me emocione. Y vaya si lo hizo. “High on the seas” representaba una evolución que se me antojaba imparable, y así fue de hecho durante un tiempo, cada concierto era mejor que el anterior y estábamos ante una banda sin techo.
Pero la suerte cuenta más de lo que pensamos a la hora de tener una banda. En noviembre de 2013, en un concierto en Euskadi, Laura se lesionó la espalda y algo se rompió en la banda. En abril de 2014 anunciaban el adiós de Martha Wood como bajista. Paralelamente, anunciaban su adiós al nombre de “Santa Rita“, después de una batalla legal que hizo mucho más daño del contado. Aunque recuperaron el nombre y Armando se unió como bajista y amigo, nunca volvió la fuerza de antaño.
Santa Rita se reunieron conmigo hace un par de meses para comunicarme que lo dejaban. Debo reconocer que no me sorprendió. Su último concierto en Barcelona encendió las alarmas y de ahí solo podían pasar 2 cosas: haber tocado fondo y salir disparadas hacia arriba, como yo esperaba, o tomar la decisión de dejarlo, como acabó sucediendo.
Si cada fichaje por el sello representa aire, ilusión y un camino por descubrir, el adiós de una banda es siempre una bofetada de realidad que duele más de lo que parece. Especialmente por todas las ganas, horas y vida que ha puesto la banda en un proyecto que se muere, sin más. En el caso de Santa Rita, han decidido que muera con una fiesta. Tendrán la extraña fortuna de poner la banda sonora de su propio entierro. Habrá lágrimas, arriba y debajo del escenario, recuerdos, anécdotas y espero que haya muchas amigas y amigos. Se lo merecen.
